Jeremías: Entre brazadas y sueños

“Yo llegué con miedo, pero el agua me enseñó a nunca rendirme.” — Jere 

 

World Vision: Historia de vida
¿Y si migrar fuera como nadar? 
Lo haces por una motivación o tal vez una necesidad, pero una vez dentro, necesitas tomar aire para avanzar, pensar en cada movimiento y no rendirte. 
 
La migración, como el agua, tiene matices: a veces es azul profundo, otras turquesa y, en ocasiones, por qué no, un naranja de esperanza. 

Así fue como la vivió Jeremías, un niño venezolano que, con tan solo cinco años, tuvo que dejar su hogar junto a su mamá, su papá y sus hermanas, Carlota y Sofía. 
Aunque no entendía del todo lo que ocurría, el viaje que empezó como una aventura, pronto se convirtió en un nuevo comienzo, donde la natación sería su manera de aferrarse a los sueños y seguir avanzando entre brazadas. 
 
Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF, 2024)Colombia acoge cerca del 35 % de la población migrante venezolana de América Latina. Solo para diciembre de 2024, se estimaban más de 796.000 niñas, niños y adolescentes migrantes en el país. 
 
Cada día, cientos de ellos cruzan fronteras buscando lo que cualquier ser humano y sobre todo cualquier niña o niño, debería tener por derecho: seguridad, educación y oportunidades donde soñar. 
 
 Jeremías es parte de ese porcentaje. A los cinco años, tuvo que salir de Venezuela junto a su familia, en medio de una de las mayores crisis de migración en el último siglo. 
Su mamá, Zulma, recuerda ese momento con nostalgia y fortaleza: 
 
World Vision
 
“En Venezuela vivíamos muy bien, gracias a Dios. Teníamos dos negocios: uno de repuestos de carros y un mini market. Pero por temas políticos todo cambió. Mi hermano fue preso político, y a nosotros nos amenazaron con confiscar los bienes. Por seguridad, y pensando en el bienestar de los niños, decidimos migrar. Fue una de las decisiones más duras de mi vida”. 
 
La familia llegó primero a los llanos orientales, y luego se estableció en Medellín. 
 
“Les dije a mis hijos que íbamos a un paseo de aventura, para que no sintieran miedo. Íbamos al río, alimentábamos vacas, y todo como una aventura. No sabía cómo explicarles que estábamos dejando todo atrás”, recuerda. 
 

Pero el cambio fue más profundo de lo que imaginaban. 

 
El padre de Jeremías no logró adaptarse al nuevo entorno y, tras un tiempo de dificultades económicas y emocionales, regresó a Venezuela. Desde hace casi dos años, no ha podido verlos. 

 
Zulma quedó sola con Jeremías y su hermana menor, Carlota, enfrentando la vida en otro país, con la incertidumbre a cuestas y la determinación intacta. Sin embargo, se enfrentaron a otro reto que ha dejado huella en la fam
ilia como lo fue la xenofobia. 

 

Un estudio de la Universidad del Rosario y la Universidad de Toronto (2024) reveló que muchas niñas y niños migrantes venezolanos enfrentan microxenofobia dentro de los colegios. 
Se les llama con apodos, se les aísla o se les hace sentir que no pertenecen a ese lugar. Pequeñas humillaciones que, aunque parezcan insignificantes, afectan profundamente su autoestima y su deseo de aprender. 

 

“Uno de los retos más difíciles fue la xenofobia”, cuenta Zulma. “Entendí que era algo con lo que íbamos a tener que lidiar. Nos tocó demostrar que veníamos a construir, a trabajar y a aportar.” 

 

Para sus hijos, ella se convirtió en guía y ejemplo: 

“Un día me senté con ellos y les dije que eran los embajadores de Venezuela, y que bajo esa bandera debíamos hacer las cosas bien”, dice. 

 

Familia participante en World Vision

“Eso me marcó mucho”, responde Jeremías. “En el colegio intento ser buen compañero, sacar buenas notas y, con el deporte, demostrar que los migrantes también podemos aportar a Colombia.” 

Después de nueve años, la familia ha reconstruido su historia. 
Hoy Jeremías tiene 13 años y sonríe al decir: 

 

“Lo que más disfruto en mi vida es nadar y compartir con mis amigos y familiares” 

Cuando le pedimos que describiera su vida en tres brazadas, respondió sin dudar: Ocupado. Disciplinado. Feliz.

 

Otra brazada: el liderazgo juvenil 

 

¿Por qué respondería así un niño de 13 años? 

Porque Jere, como le gusta que le digan. tiene múltiples talentos y una vocación clara: liderar con propósito. 

 

“Mi historia es como la de muchos niños migrantes”, cuenta. “Esta vocación se hizo más fuerte tras migrar con mi familia, enfrentar momentos difíciles y ver cómo otros niños, como yo, también viven situaciones que afectan su bienestar.” 

 

World Vision

 

Desde muy pequeño, en los llanos orientales de Colombia, descubrió su interés por cuidar a los animales, proteger la naturaleza y participar activamente en su comunidad.

 

Al llegar a Medellín y estudiar en el colegio, fue elegido representante de grupo en varios grados. Pero su primer paso formal hacia el liderazgo lo dio en quinto grado, cuando fue elegido personerito escolar. 

 

Durante ese año lideró proyectos como una huerta ecológica, la promoción del deporte a través del INDER* y la mejora del comedor escolar. También fue mediador de paz, escuchando a sus compañeros y buscando soluciones.

 

“Ahí entendí que desde mi posición podía lograr cambios, incluso con pequeñas acciones”, recuerda. 

Esa primera experiencia fue solo el inicio. 

 

Cuando la familia llegó a Medellín, World Vision Colombia los acompañó desde el programa escolar en el colegio donde estudiaba Jere, eso en el año 2023. 
Allí recibió apoyo académico, útiles escolares y acompañamiento emocional, mientras que su familia recibió ayuda alimentaria y formación comunitaria. 

 

World Vision

“World Vision nos tendió la mano cuando más lo necesitábamos”, recuerda Zulma. “A mí me apoyaron con capacitaciones y una ayuda económica, y a Jeremías le brindaron oportunidades para seguir creciendo en lo que ama.” 

 

Fue precisamente en ese proceso cuando World Vision lo identificó como un niño líder, invitándolo a participar en la Ruta de la Niñez del programa Niñez Ya, con apoyo de la Universidad de los Niños de EAFIT*. 

 

Desde entonces, Jeremías se ha formado en derechos humanos, liderazgo, políticas públicas y desarrollo social, despertando un profundo compromiso por el bienestar de la niñez migrante y los niños con necesidades especiales. 

“Ese fue el inicio de un gran camino: alzar la voz con propósito”, dice su mamá. 

 

Tercera brazada: el deporte como propósito 

 

Desde muy pequeño, Jeremías encontró en el agua su lugar seguro. 

“La natación con aletas es mi alma y mi refugio. En nuestro proceso migratorio, me permitió sentirme bien en este país”, cuenta. 

 Apoyo deportivo World Vision

En Medellín, Jeremías empezó a entrenar natación con disciplina y esfuerzo, hasta destacarse entre sus compañeros. 
Actualmente, entrena en la Corporación Deportiva Yubartos – INDER Medellín, bajo la orientación de la entrenadora Valentina Hidalgo López, dentro de la Estrategia de Desarrollo Deportivo de la Alcaldía de Medellín. 

 

Gracias a su dedicación, fue reconocido por la Secretaría de Educación de Medellín como talento excepcional deportivo dentro del programa Capacidades y Talentos. 

Ha representado al municipio y al departamento en competencias nacionales, incluyendo: 

 

World Vision en Medellín

  • Festival Nacional Interligas Infantil (Ibagué, 2024) – 
  • medalla de plata en relevo 4x100 m superficie y top 10 en varias pruebas individuales. 
  • Campeonato Nacional Interclubes (Palmira, 2024) – destacado en pruebas de 400 m, 100 m y 200 m bialetas. 
  • Festivales Departamentales y Baby Natación (Festival de Festivales) – con múltiples podios y marcas sobresalientes. 

 

 

“Para el crecimiento de Jeremías en su deporte es fundamental que pueda participar en los campeonatos nacionales, y World Vision siempre lo ha apoyado. Gracias a eso, hoy es parte del Team Medellín y ha logrado mantener viva su pasión por la natación”, afirma Zulma. 

 

El acompañamiento de World Vision Colombia ha sido clave en este proceso ya que,  
a través de apoyo académico, alimentario y económico, la organización ha contribuido a que Jeremías continúe desarrollando su talento y fortaleciendo su liderazgo juvenil.  


Su historia demuestra que el deporte puede ser una herramienta poderosa de integración, disciplina y esperanza. 

Jeremías entrena cuatro veces por semana en el Complejo Acuático de Medellín, con la mirada puesta en un sueño claro: 
representar a Colombia en competencias internacionales de natación con aletas y dejar una huella positiva para la niñez migrante. 

 

 “Mi meta es destacarme a nivel nacional e internacional, representar con orgullo a Antioquia y a Colombia, y demostrar que el talento y la perseverancia abren caminos”, afirma. 

 

Brazadas que inspiran 

 Niño deportista: World Vision

Jeremías es más que un deportista o un líder. Es la muestra viva de que el talento florece cuando encuentra apoyo, y la esperanza crece cuando una comunidad acompaña. 
Cada medalla y cada palabra que pronuncia son una prueba de que detrás de cada número y estadística de migración hay un rostro, una historia, una voz que merece ser escuchada. 

 

Hoy, además de destacarse como nadador, Jeremías ha llevado su voz a espacios locales, nacionales e internacionales donde representa las ideas, sueños y preocupaciones de la niñez. 

 

Ha participado en escenarios como Informado por la Niñez, el Proceso de Quito, Niñez Congresista, la Ruta de la Niñez de Niñez Ya —en alianza con la Universidad de los Niños de EAFIT—, y más recientemente, en el Concilio Trienal de World Vision, donde compartió su testimonio como adolescente migrante y líder.

 

En cada espacio, Jere demuestra que su historia trasciende las piscinas: inspira, conecta y abre camino para que más niños y niñas sean escuchados. 

 

“Somos el presente y también el futuro”, dice. “No podemos esperar a crecer para ser escuchados. Necesitamos ser parte de las decisiones ahora, por la niñez migrante, por la niñez de Colombia y del mundo.” 

 

*INDER: Instituto de Deportes y Recreación. 

*EAFIT: Escuela de Administración, Finanzas e Instituto Tecnológico 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 
 

  

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