“Me dijo que no estuviera triste porque eso era como cortarle las alitas. Y yo en ese momento entendí que a los hijos hay que darle alas. A veces que tengan alas significa separarse, pero sé que la oportunidad que ella tiene allá será para un futuro mejor. Para mí, vale la pena.”
Ser fuerte, aprender a soltar y soñar junto a sus hijos son las cualidades que definen a Zulma.
Sus hijos, Jeremías y Carlota, están categorizados como Talentos Excepcionales por la Alcaldía de Medellín. Ambos practican natación con aletas como deportistas de alto rendimiento, lo que exige esfuerzo, disciplina y mucha entrega familiar.
Su rutina empieza a las 4:45 a.m. Prepara a Jeremías para el colegio, luego lleva a Carlota a entrenar hasta el mediodía. Al regresar, la alista y la lleva al colegio, recoge a Jeremías, almuerzan juntos y enseguida lo acompaña a sus entrenamientos desde las 2:30 p.m.
Mientras él entrena, Zulma vende sus paletas Aquapop; luego lo lleva al gimnasio hasta las seis de la tarde. Su mamá la apoya recogiendo a Carlota del colegio. Al final del día, revisan tareas y cierran la jornada cerca de las 11:30 p.m.
Los martes y jueves estudia inglés: “Esa es otra meta que tengo este año: aprender una segunda lengua.”
Cuando hay campeonatos, los fines de semana son de competencias y ferias de emprendimiento.
“Lidiar con el agotamiento, realmente sí se puede. Pero claro, las mamás nos cansamos. A veces sentimos que no podemos más, pero tener hijos deportistas de alto rendimiento también nos convierte a los padres en deportistas de alto rendimiento. Una cosa que he aprendido con mis hijos es la disciplina. Ellos son muy comprometidos, y aunque estén cansados, al otro día madrugan, hacen lo que deben hacer y siguen adelante.”
Y aunque Zulma ha demostrado gran tenacidad, no ha caminado sola.
Su red de apoyo, compuesta por las mamás de los compañeros de natación de sus hijos ha sido un pilar fundamental. Todas entienden lo que significa sostener el sueño deportivo de un niño. Se acompañan, se ayudan y se cuidan entre ellas.
“Nos hemos convertido en unas mamás que siempre potencian a sus hijos, que no permiten que nadie los minimice ni les apague sus sueños. Siempre habrá quien diga ‘no puedes’, pero entre todas les recordamos que sí pueden.”
En cada competencia parecen un solo equipo: madres, padres, hijas e hijos que celebran juntos los triunfos y enfrentan con abrazo las derrotas. Han construido una comunidad unida por el esfuerzo y la esperanza.
“Para nuestra familia, la práctica deportiva también ha sido un espacio para construir lazos con otras familias. Hemos formado una red de apoyo muy especial, sobre todo porque no tenemos familia aquí en Medellín. Ellos se han convertido en esa familia que anhelamos lejos de nuestro país.”
Por otro lado, la presencia de World Vision en la vida de Jeremías, fue una oportunidad que vio Zulma, reconociendo que él empezó a avanzar en su liderazgo, resaltando que ya son tres años en los que la organización humanitaria es como parte de la familia.
“Mi mensaje para World Vision es que no se rindan, a pesar de las dificultades que tengan; y total agradecimiento y no solo del apoyo que hemos recibido nosotros, sino de todas las comunidades en las que la organización va a tener un impacto, y ese impacto siempre es positivo. World Vsion a nosotros nos ha trasformado la vida, la visión. A veces pienso que si no hubieran aparecido a lo mejor nosotros no estuviéramos aquí.”
Encontrar trabajo, no es fácil
Zulma lleva ocho años sin ejercer su profesión en Colombia, debido a los procesos de homologación exigidos para las carreras del área de la salud.
Mientras tanto, ha buscado mantenerse activa en este campo. Hizo un curso de auxiliar en gerontología y trabajó cuidando adultos mayores. También realizó un curso con la Alcaldía sobre análisis de datos en salud. Sin embargo, su prioridad siempre ha sido estar disponible para acompañar a Jeremías y Carlota.
“No poder ejercer mi carrera, enfrentar procesos largos de homologación y no conseguir un empleo donde pueda desarrollar mis habilidades ha sido difícil. A veces toca hacer de todo un poco para generar ingresos. Ese es uno de los mayores desafíos de quienes emigramos: aprender a manejar la frustración y aceptar las circunstancias, aunque no sean las ideales.”
De esa necesidad nació su emprendimiento: Paletas Aquapop, un proyecto con propósito que lleva seis meses en marcha. Lo creó junto a una amiga venezolana cuyos hijos también practican natación. Ambas comparten el mismo deseo: generar ingresos mientras acompañan a sus hijos.
El producto tiene identidad, calidad y un toque de amor maternal inspirado en el agua y el deporte. “Ya hemos apoyado a una deportista de natación con aletas que pudo viajar al Mundial de Grecia. Nuestro sueño es seguir creciendo para ayudar a más jóvenes deportistas.”
Zulma participa orgullosa en ferias, promociona sus productos y celebra cada logro como un paso más hacia un futuro que ella misma está construyendo.
Aunque su vida hoy es más estable en Medellín, la idea de volver a Venezuela sigue viva. “Cuando pienso en hacerlo y veo a Jeremías y a Carlota tan adaptados y felices, me doy cuenta de que ahora la prioridad son ellos. Lo mío puede esperar un poco más.”
Zulma siempre acompaña a sus hijos con mensajes de motivación, recordándoles que son capaces de cumplir lo que se proponen y que creer en ellos mismos es la clave:
“Carlota, sigue siendo tú, con esa personalidad arrolladora. Mantén tu mentalidad manifestadora y enfocada. Desde muy bebé has superado muchos retos, y para ti cualquier desafío será fácil, porque eres comprometida y valiente.”
“Jeremías, nunca permitas que te cambien el corazón. Tienes un corazón noble. Sigue tus sueños, el mundo sí puede ser diferente, tal como tú lo imaginas. Estoy segura de eso.”
Los logros de Sofía, Carlota y Jeremías también son el reflejo del esfuerzo de una madre que no deja de ser mujer y profesional. “Cuando decidí ser mamá, dije que si voy a ser mamá tengo que dejar unos excelentes seres humanos para el mundo, entonces creo que se está haciendo ahí el trabajo.”
“Ella es mi persona especial, es mi mamá, es como mi ejemplo a seguir ha sido quien me ha apoyado en todo este proceso y la quiero mucho” Jeremías, hijo de Zulma.
“Mi idea es acompañarlos hasta que puedan caminar firmes por su propio camino. Cuando llegue ese momento, quiero retomar mis proyectos personales, los sueños que dejé en pausa como mujer y profesional.”
Zulma es el vivo ejemplo del amor incondicional de una madre. Una mujer que pone a sus hijos como prioridad, pero que también reconoce en sí misma la fuerza, la resiliencia y la ternura que la impulsan cada día. Ella ve en la sonrisa de sus hijos la motivación para seguir construyendo un mundo mejor, no solo para ellos, sino para todas las niñas y niños que necesitan acompañamiento y esperanza.
“Siempre apoyen a sus hijos, incluso si ese sueño no es el de ustedes. Cuando un niño practica un deporte, lo hace porque le gusta, porque es su propio sueño, no el del papá. Hay que respetar eso.”
Zulma está detrás del futuro transformador de sus hijos, pero cada día está frente a la mujer que recuerda que ser mamá, profesional, amiga, hija, soñadora, resiliente, es ser una mujer detrás y frente a un gran futuro.
“A mí misma me digo que estoy haciendo las cosas bien. Tengo que sentirme orgullosa. Ya vendrán tiempos mejores, indudablemente.”