Con la experiencia migratoria de miles de migrantes venezolanos en Colombia, la ciudad de Barranquilla se ha convertido en un lugar estable y atractivo para las familias migrantes, sin embargo, las situaciones del día a día afectan a las comunidades más vulnerables. En este contexto, Andrea, una adolescente migrante ha dado muestra de resiliencia, esperanza y optimismo.
En el suroccidente de Barranquilla, en el barrio Las Malvinas, donde la cotidianidad está marcada por el pandillismo, la delincuencia y el consumo de sustancias psicoactivas, vive Andrea Muñoz, una adolescente migrante que llegó hace siete años desde Venezuela en busca de un mejor futuro junto a su familia.
Andrea, de 16 años, vive con sus padres y sus tres hermanos menores: Adrián, Luz Mairy y Samuel. Su padre trabaja en un autolavado de carros, mientras su madre, dedicada al cuidado del hogar, realiza ocasionalmente labores de limpieza en casas particulares. El entorno en el que habitan no es fácil, pero Andrea ha demostrado que la adversidad puede transformarse en motor de cambio y superación.
La decisión de migrar a Colombia no fue sencilla para los Muñoz. La crisis en Venezuela había deteriorado su calidad de vida: la escasez de alimentos, el colapso del sistema de salud y la inseguridad les arrebataban las esperanzas de un futuro digno. El estado de salud de Luz Mairy, su hermana menor, quien presentaba bajo peso y un sistema inmunológico débil, fue el detonante para emprender el viaje.
Andrea recuerda con nostalgia los días en su país natal, donde dejó atrás amigos, sueños y el lugar que consideraba su hogar. Sin embargo, al llegar a Barranquilla, encontró un nuevo comienzo lleno de desafíos y aprendizajes.
Al principio, Andrea enfrentó rechazo y discriminación en su barrio y escuela. Ser llamada “veneca” y ser objeto de burlas afectó su confianza, haciéndola sentir aislada y desanimada. Pero su vida comenzó a cambiar cuando ingresó a la institución educativa, donde se le abrió las puertas al conocimiento y a una red de apoyo fundamental.
Profesores como la señora Tere y la señora Enco, junto con el programa Caminos de Paz, liderado por World Vision, se convirtieron en pilares en su vida. A través de esta iniciativa, Andrea no solo redescubrió su valor personal, sino también su capacidad de liderar y generar cambios positivos en su comunidad.
Andrea se destaca hoy como una líder empoderada, representante estudiantil y promotora de mensajes de resiliencia y no violencia. Participa activamente en la Red de Patiecitos Interculturales de la Asociación Lucha y Vida (ASOLUVI), donde usa el arte y la música folclórica para inspirar a otros niños y niñas de su comunidad.
Su dedicación y excelencia académica la han llevado a representar a su colegio en múltiples espacios, incluyendo su reciente participación como panelista en el conversatorio En Paz Con el Ambiente Decimos SUFICIENTE, organizado por World Vision y otros actores sociales.
Andrea sueña con estudiar Ciencias Políticas en la Universidad del Atlántico. Anhela crear una fundación dedicada a brindar oportunidades a niños y niñas de comunidades vulnerables, enfocándose en el arte, la danza y la cultura como herramientas para alejarlos de las drogas y el delito.
“Lo más bello que me pudo suceder fue llegar a mi escuela, la IED Cultural Malvinas. Allí encontré una red de apoyo valiosa; mis profesores y el proyecto Caminos de Paz me enseñaron a descubrir lo valiosa que soy. Antes, andaba con la cabeza agachada, llena de miedo y tristeza. Hoy, soy una joven líder, empoderada, que no teme hablar en público, que reconoce y apropia sus derechos. Ya no agacho la cabeza ante el miedo”, afirma.
La historia de Andrea es un testimonio de resiliencia y esperanza en medio de la adversidad. Desde el corazón de Las Malvinas, ha demostrado que los sueños pueden florecer incluso en los entornos más difíciles, convirtiéndose en un faro de inspiración para todos aquellos que buscan transformar sus vidas y sus comunidades.
Sobre Caminos de Paz:
Desde hace aproximadamente cuatro años, World Vision ha venido implementando el Programa de Patrocinio Ciudad Pensada en la niñez. Actualmente, el programa coordina sus acciones de intervención en colaboración con socios locales, que incluyen el voluntariado comunitario, instituciones educativas, iglesias y organizaciones de base comunitaria, entre otros. Continuando con el compromiso de fomentar un entorno de desarrollo y bienestar para las niñas, niños y adolescentes en las comunidades, la organización implementa la metodología Caminos de Paz, con la cual busca restablecer los lazos afectivos y emotivos entre amigos y familia, para a partir de estas experiencias brindar herramientas a las comunidades en prevención de violencias, construcción de paz, tolerancia y resiliencia.
Sobre World Vision
World Vision es una organización global de desarrollo, ayuda humanitaria, Advocacy (incidencia política y movilización), promotora de la justicia y de principios cristianos, centrada en la protección integral con ternura de las niñas y niños más vulnerables, incidiendo en la superación de la pobreza extrema, la plenitud de la vida y la transformación humana.
World Vision construye paz e integración.
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